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domingo, 8 de marzo de 2015


Proserpina
"Proserpina", Rossetti (1874)
 
Eres mujer.
Estás condenada a los meses lunares,
condenada a la rutina
de fragmentadas primaveras,
te bebes su cáliz
para arrancar a las horas
cualquier consejo
vano e inútil.

Pero eres mujer.
Cuánta gloria en nuestros vientres
poderosos,
en nuestros úteros poblados
de rimas indulgentes, del polen
vigoroso
que en jícara pequeña
arrastra la luz del sol.

Pero sabes que vendrá el Hades,
aunque no lo veas
se adentrará triunfal
en lo mejor que guardas,
cavará una fosa y el hálito
que antaño salía a tu encuentro
cerrará con firmeza
todas las puertas que abriste.
Para persuadir al Hades
sacas todas tus armas:
el tiempo que hiberna
en la corteza del álamo,
el goce doloroso de las horas
cortantes, las estivales suelas
del mar, con olor a salobre...

Erizarás el mar en la espuma de las
ramas flexibles
para que el varón muerda
tu futuro íntegro y se adentre
en el entonces, en el momento
apropiado en el que escribir
de nuevo:
«y esta primavera ya marchita
y este verano, pastor de noches,
atrapados por el frío que, ojalá
caduco,
no nos borre».

[Estaciones en reverso, Clepsidra de invierno, Torremozas, 2013]

sábado, 21 de febrero de 2015


 Invierno


Resultado de imagen de inviernoNo bastan los cielos grises para doblegarme.
Viene Bóreas fuera de sí, irritado,
decretando que le entregue ya mi alma:
caricias, deseos como raíces y tallos,
hijos de la servidumbre de los cuerpos,
sobre el cieno de una hoz inválida
despojada de los días venideros.
Noches que rodaron serviles
predicando, propagando en sus gélidos senos
renuncias y acusaciones silenciosas,
igual que rendiciones derramadas
sobre los yermos páramos.

No bastan sus ramas estériles aún,
abiertas en la desnudez como dientes
que atravesaran el aire.
Las sientes entrar sobre el azul
o sobre el gris, hurtar infatigables
espacios que fueron hogar y lecho
de pájaros ausentes.
Pero escucha sus cantos caducos,
esos aciagos enjambres
de las sombras que sus gorjeos
dejaron en las calles
simplemente
para claudicar ante el invierno.

lunes, 19 de enero de 2015


A principios de enero
 

                                        A Elena



Ahora comprendo el paso furtivo
de las horas, de los días, de los instantes...
si te cojo la mano,
yendo hacia el cole o el parque
y siento que has crecido
y que, pronto, me mirarás
por encima de los ojos.

Vienes con tus juegos y canciones
agitando feliz las palabras
que antaño esquivé como despojos
y que ahora se amontonan en tu boca
alzando el vuelo
con apetito enorme de nombrar,
aquellas palabras cojas que cortaban
como aristas, atadas a mi alma,
estrechas, ausentes, desconocidas,
aquellas que desbrozaban la luz y extrañas
alimentaban los cielos otoñales
ávidas de descarnarme
como si lo cierto fuera estar alejado,
arrojarse al abismo una y otra vez,
ceder lo amado
sin una segunda oportunidad.

Ahora, en el lado opuesto,
enemiga ya de agotarme
vienes tú, con tus juegos y tus risas
logrando que lo adverso y mutable
se disgregue como ungido
por un humus juvenil,
y que,
como un soplo impoluto de alegría,
brillen estos primeros días de enero
entre música y trazos de tus manecitas,
ligeros y eternos a un tiempo.


["Almanaque", Clepsidra de invierno, Torremozas, 2013]

domingo, 14 de diciembre de 2014



23 de diciembre

Los ladridos de los perros llenan
el silencio mejor que las palabras.
Subrayan la apariencia de los sueños,
guían con su áspera tonalidad
las mórbidas entrañas del día que bosteza.

Me es extraña la forma en que muerden
insaciablemente su curva primeriza,
cómo ponen acentos y tildes a la sangre
palpitante en cada lecho anónimo que despierta.
La luz, a veces, se torna impía
y cruel.
Deja moteados de cólera los edificios,
la torre de la iglesia, el parque,
las calles aún desiertas, el hueco que la boca
abrió en nuestra sed.
Viejos y estrechos, los sonidos del día
parecen eternos. Parecen erguidos
en los flecos de la noche como engañosos
goznes de luz, como templos indecisos
que se alzaron encerrándonos,
como fauces pusilánimes que quisieran
apartarnos del camino,
y que en su perfidia nos atenazan
la voz.

Maldita sea.
Las manos se van perdiendo en la línea
absurda del horizonte,
en la marca que divide el condenado
y el verdugo, la estela de sus cuerpos,
allá donde los deseos siempre se rompen
en pedazos.
Amanece,
y las horas nos confinan otra vez,
deteniéndonos, estirando sus huellas
impolutas sobre el cansancio.
Este romperse el aire, de una forma
distinta, porque el mundo cambia
para mal, yendo a páramos absurdos
donde la luz se cae gota a gota
destilando el dolor de bruces.

Ya nada significa lo que antes,
esas nubes que se apiñan tiranas
sobre el sol, arrastrando consigo
la claridad,
como los brazos sujetan mentiras,
auspicios futuros de hiedra desgastada,
penas de bocas que nombraron,
como aviones de papel en manos de los niños,
palabras baldías
que hoy toca plegar.

[Clepsidra de invierno, Torremozas, 2013)

miércoles, 19 de noviembre de 2014


                                                          BESO Y VERSO

             
                                          ¡Oh, mundo! Pues que nos matas,              
                                          fuera la vida que diste                 
                                          toda vida; 
                                                 JORGE MANRIQUE     

A Jorge Manrique lo arroparon los versos
cuando la vida lo desnudó.
Dos de ellos se encontraron en su cuerpo
grabados sobre el silencio de una estampa
en Garcimuñoz.

El beso y el verso nos alimentan
incluso en la desnudez de la vida.

Existo
porque beso y verso incluso
en el límite de la luz.


©Antonia Huerta Sánchez, 2014

jueves, 23 de octubre de 2014

Alegría fugit



Yo te conozco por el dolor que causas,
por los rehenes que guardas
en las flores,
por los combates que he perdido
mientras celebrabas con furia
hasta dónde más
podría caerme.

Te conozco, alegría,
por el vacío que ocupas
en mi agenda,
por los lunes marchitos
ventajosamente,
por el puñado de versos
que no he escrito
y por aquellos enjaulados
en un cajón
sin más sentido
que verter sus rimas
sobre un estante.

Te conozco, alegría,
por salir a tu encuentro
en ayunas
y adherirme a la noche
de otra parte
densa y mordida
por tristezas ajenas
cincelada a golpes
de bolígrafo.

 [Almanaque], Clepsidra de invierno (Torremozas, 2013)

domingo, 5 de octubre de 2014

Pseudo-Egeo

Un poema de La línea vertical del Alif 


                                                       ἀλλ' ἧμαι παρὰ νηυσὶν ἐτώσιον ἄχθος ἀρούρης.
                                                                      HOMERO, Ilíada, XVIII, 104

Aún me diréis que soy pesimista
pero olvidaréis izar la vela blanca
para evitar mi llanto,
para que no caiga sobre mí otra vez
la noche.

Atardecer en el Cabo Sunion, con el templo de Poseidón
Olvidaréis que me duelen las raíces
de estos árboles quemados ,
como me duelen y supuran también
las vidas sajadas por el odio
y esas miles de mujeres 
que se callan
para recibir más golpes
de aquellos que se nombran
"los amados".

Evitaréis que vuelva mi recuerdo sobre
aquel paseo de Dante por Liberia
acompañado de un fusil y no
Virgilio.

Me diréis que estoy muerta,
que no hay poesía social que valga,
que ya no vende lo humano.
Lo diréis como si esto fuera 
un negocio en bolsa
y la poesía, un extracto bancario.

Dejaréis caer sobre mí, otra vez,
todas las aguas frías del Egeo. 


  ©Antonia Huerta Sánchez